A 116 años de su nacimiento, recordamos a Héctor Roberto Chavero, conocido artísticamente como Atahualpa Yupanqui, destacado guitarrista, poeta y cantautor, considerado y reconocido mundialmente como “el padre del folclore argentino”.

Héctor Roberto Chavero, conocido artísticamente como Atahualpa Yupanqui nació el 31 de enero de 1908 en Campo de la Cruz, provincia de Buenos Aires. Hijo de una campesina de origen vasco y de un humilde empleado ferroviario indio y criollo, a los seis años comenzó a estudiar violín con el cura del pueblo hasta que se inclinó por la guitarra tomando clases con el maestro Bautista Almirón en Junín. Allí descubrió la música de Sor, Albéniz, Granados y Tárrega, y también las transcripciones para guitarra de obras de Schubert, Liszt, Beethoven, Bach y Schumann.

Su seudónimo de Atahualpa nació en 1913 durante un trabajo escolar en homenaje al último soberano Inca, y años más tarde le agregó el Yupanqui. La traducción de su nombre significa el que vino de lejanas tierras a contar; derivado de los siguientes términos quechuas: Ata “venir”, Hu “de lejos”, Alpa “tierra” y Yupanqui “contar”. En 1917 se mudó a Tucumán junto a su familia y a los 19 años compuso su popular canción “Camino del indio”. Durante su juventud, recorrió gran parte de la Argentina experimentando costumbres y sonidos que luego paslmó en sus composiones.

Radicado en Tucumán, en 1942 conoció a la pianista Antoinette Paule Pepin Fitzpatrick apodada Nenette, nacida en Francia y formada musicalmente en nuestro país. Con Nenette se casó en Montevideo, tuvo a su último hijo, Roberto Chavero, y mantuvo una relación durante 48 años. Ella firmaba con el seudónimo de Pablo del Cerro, siendo coautora de 65 canciones de enorme éxito entre ellas las populares “El arriero” y “Luna tucumana”.

En la década del ’60 se consolidó en el ámbito internacional, ofreciendo conciertos en Colombia, Japón, Marruecos, Egipto, Israel, España y Francia donde finalmente se estableció. Si bien visitó esporádicamente el país, con el regreso de la democracia presentó varias obras en el famoso café concert y galería La Capilla. A lo largo de su carrera, tocó con innumerables músicos y compartió créditos con grandes compositores grabando más de 1200 canciones y cerca de 300 canciones registradas como propias. Además, como escritor publicó el libro “Piedra Sola” (1941) y la novela Cerro Bayo (1947) que inspiró la película “Horizontes de Piedra” (1956).

Su encuentro con Edith Piaf, “el gorrión de París”

Uno de los momentos que marcaron la carrera artística de Yupanqui fue cuando conoció a Edith Piaf, en un club parisino. Ella lo escuchó deslumbrada y le preguntó: “¿Dónde trabajas?”. Y el argentino respondió: “En ninguna parte. Ya me voy, ya me voy a mi país”. Algo emocionada, la cantante francesa replicó en voz alta una especie de orden y súplica: “No, París tiene que escucharte. Ven mañana a las ocho al Athenée con tu guitarra. Te enviaré el auto al hotel”.

Aquella noche del 6 de junio de 1950, Edith abrió el recital y cantó más de veinte canciones, para luego presentarlo al público: “Les presento a Atahualpa Yupanqui, un músico de mucho talento, a quien dejo cerrar el espectáculo. Quiero que lo escuchen como lo merece”.

Al poco tiempo, Yupanqui firmó un contrato con Chant du Monde, y la Academia Charles Cros lo distinguió entre 350 artistas de todo el mundo al otorgarle el Primer Premio al Disco Extranjero. En un año dio más de 60 recitales en toda Francia. Luego, recorrieron varias ciudades europeas. Durante esos años, en París, vivió y potenció su carrera. Allí nació “El payador perseguido”, su obra más completa.

A lo largo de su vida, Yupanqui recibió diversas distinciones. Entre ellas, el Premio de la Academia Charles Cross (1950); Primer Premio de Karlovy-Vary (Checoslovaquia) por la música de este film (1956); Premio Academia Charles Cross por mejor disco extranjero (1986/1989); Disco de Oro por difundir la música criolla por el mundo (1973); Premio “Tecno 80” en el Festival de San Remo (Italia, 1980), y el Diploma de Honor del Consejo Interamericano de música de la OEA Washington (1983), entre otros.

El escenario del Festival Folklórico de Cosquín (el más importante de Argentina) fue bautizado con su nombre en 1972; fue nombrado Ciudadano Ilustre en el Estado de Vera Cruz, México en 1973; fue condecorado por el Gobierno de Venezuela en 1978; fue nombrado Presidente Honorario de la Asociación de Trovadores de Medellín, Colombia en 1979; recibió el Diploma de Honor del Consejo Interamericano de Música de la OEA en 1983, el Premio Konex de Platino como autor de folklore en 1985, el Premio Caballero de las Artes y Letras del Ministerio de Cultura de Francia en 1986; el título de Doctor Honoris Causa en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina en 1990, la distinción de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1991.

En 1989 creó la “Fundación Yupanqui”, en su casa de Cerro Colorado, refugio que el maestro utilizaba al regresar de sus giras por el mundo. Ese año Atahualpa fue internado en Buenos Aires por una dolencia cardíaca, pese a lo cual en enero de 1990 participó en el Festival de Cosquín. El 14 de noviembre de ese año murió Nenette, y a los pocos días Yupanqui cumplió un compromiso artístico en París. En Diciembre de 1991 se presentó en Buenos Aires, en el que sería su último concierto ofrecido en la Argentina.

Don Ata, como era llamado cariñosamente, falleció el 23 de mayo de 1992 en Nimes, Francia. Sus cenizas descansan en los jardines de su Casa Museo de Cerro Colorado (Córdoba), a la sombra de un roble junto a las de Santiago Ayala “El Chúcaro”, lugar donde también se exhiben sus libros, los puñales de su abuelo, ponchos, aperos y los regalos que le dio la gente en sus giras por el mundo.

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