La mítica institución religiosa fue el lugar elegido por los vecinos y vecinas del partido para celebrar matrimonios, bautismos, comuniones y diferentes sacramentos durante décadas, como parte fundamental de la identidad varelense.
Susana Basta, historiadora del templo, trazó una línea de tiempo desde que Juan de la Cruz Contreras subdividió sus tierras en 1873, antes del nombramiento de Florencio Varela como tal el 30 de enero de 1891. “Al principio, la gente comenzó a congregarse en una pequeña habitación de la famosa ‘Casa de tejas’, propiedad de Contreras, situada frente al establecimiento”, relató.
“En un país católico en general, los inicios del distrito estuvieron vinculados con la necesidad de la ciudadanía de contar con un sitio en el cual nutrir su fe y rezar”, comentó. “Al pasar los años, el espacio quedó pequeño y fue entonces cuando los mismos fieles pidieron un emplazamiento más amplio”, reveló.
Cada rincón en su interior guardó una porción de historia. Al ingresar, en el final del pasillo central, dispusieron el altar mayor, compuesto totalmente de mármol y donde actualmente situaron “las figuras características del Sagrado Corazón, la Virgen del Rosario más el patrono San Juan Bautista, que llegaron de París en 1912 al igual que otros ornamentos”, recordó Basta.
Al frente, en la nave lateral izquierda la imagen de la Virgen de los Dolores y la Cruz del Redentor, hacia el fondo El Calvario y en sus pies los nichos con las urnas de los restos de los ex-párrocos presbíteros Nicanor Bayo y Pérez, Pedro Arbe junto al fundador del pueblo, Don Juan de la Cruz Contreras.
La catequista definió al sagrario como “el área más frecuentada por los y las feligreses, de gran intimidad con Dios”. Para cerrar, consideró la iglesia “un edificio emblemático, con un valor afectivo muy fuerte e importante para todos los y las varelenses”.